JARDÍN BOTÁNICO / JOSE CELESTINO MUTIS
Mutis fue el primero en consagrarse de lleno al estudio de las ciencias naturales en el territorio de la Nueva Granada. Mutis nació en Cádiz, España, el 6 de abril de 1732. En 1760 se trasladó a este territorio como médico del virrey Pedro Messía de la Cerda. Con el apoyo del virrey Antonio Caballero y Góngora y la aprobación de Carlos III, inició en 1783 la Real Expedición Botánica del Nuevo Reino de Granada, que duró treinta y tres años, en cuya labor se catalogaron 20.000 especies vegetales y 7.000 animales.
Estatua de José Celestino Mutis en la entrada del Jardín Botánico.
Durante sus siete años de permanencia en Mariquita, Mutis formó el primer jardín botánico de Colombia con el propósito de iniciar la aclimatación y dispersión de plantas tan importantes para nuestra economía como los canelos, el café y la quina. Luego de padecer de fiebres palúdicas, decidió trasladarse a Santa Fe, en donde organizó otro jardín con semillas traídas de Europa por don Jorge Tadeo Lozano.
El fundador del actual jardín Enrique Pérez Arbeláez, quien además ejerció la función de recolector de semilla en los bosques de los Andes. Es autor del texto Plantas útiles de Colombia y del "plan de zonificación" del Jardín. Francisco Sánchez Hurtado, ha sido uno de los encargados de desarrollar el proyecto.
Por su parte, la infraestructura del Jardín, a cargo del arquitecto Pedro Juan Jaramillo, obtuvo el Premio Nacional de Arquitectura por la conformación de relieves, jardines y colecciones para la conservación de las plantas de distintos pisos térmicos. De igual manera, gracias a los conocimientos del doctor Luciano Mora Osejo, se construyó el bosque que lleva su nombre. Con el apoyo de Lorencita Villegas de Santos surgió la rosaleda. En el siglo XX también se realizó la monumental la cascada, el páramo y el lago principal.
Para realizar las actividades centrales de su gestión: investigación, educación y mantenimiento de sus colecciones e infraestructura, el Jardín ha sido fundación, corporación y ahora una entidad pública descentralizada que desarrolla su plan de acción y deriva sus recursos de la Alcaldía Mayor de Bogotá.
Por su parte, desde los años 1990 el Jardín es el encargado de adelantar el programa de restauración de ecosistemas estratégicos y la arborización urbana, que se aprobó mediante el Decreto 984 de 1998.
ENRIQUE PÉREZ ARBELÁEZ
Antes de que el mundo viera extenderse sobre el manto de la tierra las manchas terribles del hambre, la contaminación y la erosión, Enrique Pérez Arbeláez quiso hacernos valorar como riquezas magníficas nuestros recursos naturales, y advertirnos de las graves "paradojas" del desarrollo, una peligrosa ilusión en países dependientes, si no tienen los conocimientos suficientes, dispuestos a instalar en sus entrañas una forma de vida que no les es propia.
Ahora que el hombre ha comenzado a preguntarse por el alcance y el sentido del progreso, y que por primera vez ve el aire, las últimas selvas, su propia cultura y hasta los mismos mares como realidades vulnerables, entendemos como visionario el sobrehumano trabajo de Pérez Arbeláez. Considerando en forma anticipada la ecología como la ciencia sobre la cual recaería la responsabilidad del alcance real del desarrollo quiso preparar al país para afrontarlo, con el rigor, la sabiduría, la prudencia los conocimientos y la planificación científica necesarias, sin perder jamás la orientación del beneficio social.
Tuvo que partir de cero. La política había llevado al país hacia la inmadurez, la pobreza y la violencia, abandonando en el olvido o en la miseria a los pioneros de la ciencia en Colombia. Había que inventar una tradición botánica, darle una alta jerarquía como ciencia e instalar el nicho para su cultivo, crecimiento y plenitud, todo esto en medio de la ignorancia, la indiferencia o la franca hostilidad, ya que hacer las cosas en beneficio de una región, de un pueblo o de todo un país reorientaba al Estado, la economía, la educación y la vida misma hacia el bien común, lo cual contradice los objetivos bárbaros del progreso, fundado sobre principios capitalistas, individuales y de acumulación de bienestar y de riqueza poco humanitarios, para no decir que sin ningún interés social.
Tal vez por esto tiene mucha importancia el que Pérez Arbeláez fuera un hombre culto, un filósofo y, sobre todo, un sacerdote. Así se entiende mejor el humanismo con que le dio una extraordinaria coherencia a su infatigable labor, lo que ella misma contiene de sacrificio y el profundo significado de cada uno de sus actos fundacionales. Para Pérez Arbeláez la ciencia, la economía, el Estado... debían estar al servicio del Hombre, de la Cultura y de un destino digno y ético.
Por él se enteró el país de que la decisición de construir un ferrocarril o una carretera, encontrar la ubicación de un puerto marítimo, hacer una hidroeléctrica, un acueducto, secar un humedal, desviar un río... requieren de un cúmulo complejo de conocimientos, intereses y responsabilidades mucho más ricos que los de la sola ingeniería o el inmediato beneficio económico para no crear caos, frustración y miseria, además de un sinnúmero de inmanejables y nuevos problemas sociales, ecológicos y económicos
Pérez Arbeláez (Medellín, 1896), hecho biólogo en Alemania, regresó al país en 1928 para emprender su titánica labor: reconstruir la fragmentada historia de la botánica en Colombia, hacer que el gobierno reconociera la importancia de esta ciencia, insertar su estudio en la educación elemental y suministrar los materiales necesarios para hacerlo, conocer el territorio nacional; crear los herbarios, museos e institutos suficientes para la formación de científicos; recoger y ordenar el conocimiento popular sobre nuestra naturaleza; crear la investigación y fundar las academias que la fomentaran y mantuvieran; formar criterio en los ciudadanos, profesionales y gentes del gobierno sobre la realidad, el futuro y los problemas colombianos; establecer vínculos reales y permanentes entre la ciudadanía y la ciencia...
Treinta y siete libros publicados, tres entidades científicas aún existentes, el Jardín Botánico de Bogotá, cuarenta años de periodismo científico y una lección admirable es el legado que nos dejó don Enrique Pérez Arbeláez a su muerte, acaecida en Bogotá en 1972.
Ahora que el hombre ha comenzado a preguntarse por el alcance y el sentido del progreso, y que por primera vez ve el aire, las últimas selvas, su propia cultura y hasta los mismos mares como realidades vulnerables, entendemos como visionario el sobrehumano trabajo de Pérez Arbeláez. Considerando en forma anticipada la ecología como la ciencia sobre la cual recaería la responsabilidad del alcance real del desarrollo quiso preparar al país para afrontarlo, con el rigor, la sabiduría, la prudencia los conocimientos y la planificación científica necesarias, sin perder jamás la orientación del beneficio social.
Tuvo que partir de cero. La política había llevado al país hacia la inmadurez, la pobreza y la violencia, abandonando en el olvido o en la miseria a los pioneros de la ciencia en Colombia. Había que inventar una tradición botánica, darle una alta jerarquía como ciencia e instalar el nicho para su cultivo, crecimiento y plenitud, todo esto en medio de la ignorancia, la indiferencia o la franca hostilidad, ya que hacer las cosas en beneficio de una región, de un pueblo o de todo un país reorientaba al Estado, la economía, la educación y la vida misma hacia el bien común, lo cual contradice los objetivos bárbaros del progreso, fundado sobre principios capitalistas, individuales y de acumulación de bienestar y de riqueza poco humanitarios, para no decir que sin ningún interés social.
Tal vez por esto tiene mucha importancia el que Pérez Arbeláez fuera un hombre culto, un filósofo y, sobre todo, un sacerdote. Así se entiende mejor el humanismo con que le dio una extraordinaria coherencia a su infatigable labor, lo que ella misma contiene de sacrificio y el profundo significado de cada uno de sus actos fundacionales. Para Pérez Arbeláez la ciencia, la economía, el Estado... debían estar al servicio del Hombre, de la Cultura y de un destino digno y ético.
Por él se enteró el país de que la decisición de construir un ferrocarril o una carretera, encontrar la ubicación de un puerto marítimo, hacer una hidroeléctrica, un acueducto, secar un humedal, desviar un río... requieren de un cúmulo complejo de conocimientos, intereses y responsabilidades mucho más ricos que los de la sola ingeniería o el inmediato beneficio económico para no crear caos, frustración y miseria, además de un sinnúmero de inmanejables y nuevos problemas sociales, ecológicos y económicos
Pérez Arbeláez (Medellín, 1896), hecho biólogo en Alemania, regresó al país en 1928 para emprender su titánica labor: reconstruir la fragmentada historia de la botánica en Colombia, hacer que el gobierno reconociera la importancia de esta ciencia, insertar su estudio en la educación elemental y suministrar los materiales necesarios para hacerlo, conocer el territorio nacional; crear los herbarios, museos e institutos suficientes para la formación de científicos; recoger y ordenar el conocimiento popular sobre nuestra naturaleza; crear la investigación y fundar las academias que la fomentaran y mantuvieran; formar criterio en los ciudadanos, profesionales y gentes del gobierno sobre la realidad, el futuro y los problemas colombianos; establecer vínculos reales y permanentes entre la ciudadanía y la ciencia...
Treinta y siete libros publicados, tres entidades científicas aún existentes, el Jardín Botánico de Bogotá, cuarenta años de periodismo científico y una lección admirable es el legado que nos dejó don Enrique Pérez Arbeláez a su muerte, acaecida en Bogotá en 1972.
Jardín botánico de bogotá
El Jardín Botánico es un mundo pleno de naturaleza y color que cuenta con un área de 19 hectáreas. Su nombre honra la memoria del sabio José Celestino Mutis, director de la Expedición Botánica. Promueve y realiza actividades de conservación, educación ambiental e investigación sobre la diversidad de la flora colombiana, en particular, la de la Sabana de Bogotá. Fue fundado en 1955 por el científico colombiano Enrique Pérez Arbeláez. Dentro de sus colecciones cuenta con representaciones de: bosque andino, robledal, bosque de niebla, zona de coníferas, criptogamium (plantas que carecen de flores), herbal (plantas medicinales), rosaleda y circuito de invernaderos con plantas de clima cálido, seco y lluvioso.
Es de especial interés el Sistemático, un lugar en donde las plantas están organizadas según su grado de evolución. Posee acceso peatonal y vehicular, lago, cascada, laboratorios, túneles de propagación, aula ambiental y auditorio para conferencias y conciertos. Ofrece servicios como biblioteca, video-foro, venta de publicaciones, restaurante, cafetería y vivero comercial. Desarrolla talleres infantiles, expediciones ambientales, asesoría técnica y exposiciones temporales de orquídeas, bromelias, rosas, bonsai y heliconias.
Este jardín botánico alberga unas 18206 accesiones de plantas vivas, con unos 2143 taxones de plantas cultivadas, estando especializado en las plantas de la región andina.Este jardín contiene cinco colecciones especiales dedicadas a la conservación de especies en peligro de la región de los Andes (CEPAC), que incluyen a las familias botánicas de Araceae, Bromeliaceae, Cactaceae Lamiaceae y Orchidaceae.
Entre sus jardines temáticos se destacan :
- Orquideas, es una de sus colecciones más interesantes y consta de unas 5.000 orquideas originarias de Colombia entre las que se encuentra la Odontoglossum luteopurpureum Lindl., flor emblema de la ciudad de Bogotá.
- Rosaleda,
- Invernaderos climatizados a diferentes temperaturas donde se exhibe la flora de las diferentes regiones y pisos térmicos de Colombia, desde La guajira, pasando por los páramos de las alturas de los Andes colombianos (con cactus y otras plantas suculentas, plantas xerofíticas,) e incluyendo la Amazonia.
- Palmas,
- Plantas medicinales,
- Plantas acuaticas,
- Plantas de interés económico,
- Coniferas,
- Jardín sistemático de criptógamas (Pteridophytas) y angiospermas.
- Arboretum
- Herbario, con 4560 especímenes
- Index Seminum.
Plantas mas importantes:
Nombre Común: Clavellino Nombre Científico: Mutisia clematis L Familia: Asteraceae | |
Es una planta trepadora, de hojas compuestas color verde intenso por encima y blancuzco por debajo (debido a la abundante vellosidad aterciopelada que posee), presenta zarcillos (hojas modificadas que sirven para agarrase a un cuerpo de ascenso) enroscados y de color verde claro. Su flor es muy vistosa, pendular y posee un color rojo vivo en sus pétalos.
Hábitat
Es una especie característica de los bosques andinos de nuestro país. Se distribuye en un rango altitudinal que va desde los 2.300 a los 3.200 m de altura, es característica de zonas abiertas y por lo general se ubica en el borde del bosque en donde aparece adherida a algunas plantas de estas zonas externas.
Importancia
Esta es una planta excepcional, ya que es una hierba de la familia de las compuestas pero trepadora y con zarcillos, lo que es completamente atípico en ella. Por este motivo Linneo, su descriptor, se sorprendió mucho al hallarla y le dio al género el nombre del sabio Mutis, con el objeto de inmortalizarlo y en la actualidad se encuentran descritas más de 50 especies del genero Mutisia.
La flor de bogotá
En el 2002, mediante acuerdo distrital número 069, se declaró el Nogal (Junglans neotropica) como árbol insignia de Bogotá.
Quedaba faltando la flor emblemática de Bogotá, lo que se corrigió en el 2003 con el acuerdo número 109 del 29 de diciembre de 2003 “por el cual se adopta la orquídea Odontoglossum luteopurpureum Lindl, como la flor insignia de Bogotá, Distrito Capital”.
Esta flor es una planta epífita, lo que quiere decir que vive principalmente sobre las ramas de los árboles, pero sin alimentarse de ellas. O sea que, al contrario del nombre popular, no es una parásita. Se encuentra aún en la húmeda semi sombra de nuestros cerros cercanos a Bogotá y de otros, en las cercanías de la Calera, Choachí y la laguna de Chingaza, siempre en el frío.
Tiene ricas, grandes y vistosas flores. Sus pétalos y sépalos son de color Café oscuro tendiendo al rojo, con manchas amarillas y blancas, de donde se deriva su nombre científico. Según el experto en orquídeas (especies) colombianas, el sacerdote jesuita Pedro Ortiz Valdivieso, Odontoglossum quiere decir lengua con dientes. Y lengua —glossa en griego— es el nombre que se da a veces al labio o labelo, el pétalo principal en casi todas las orquídeas, pero en el de este género tiene unos callos en forma de dientes.
Luteopurpureum, el epíteto de la especie, se refiere al color de las flores: amarillo (luteum) y púrpura (purpureum).
Nuestro orquídea emblemática, como la gran parte de esa familia, es una especie en peligro de extinción y está amenazada porque las condiciones que requiere para reproducirse en su medio natural, que son delicadas y muy específicas.
Árbol insignia de bogotá
El NOGAL: Es el árbol insignia de la capital, reemplazando el tradicional Caucho Sabanero y destacándose por su longevidad, resistencia a la contaminación y valor paisajístico e histórico.
Características:
Árbol de 25 metros de altura
Tronco de corteza con canales
Copa de forma ovalada, follaje verde claro
Hojas compuestas agrupadas al final de las ramas, alternas y de borde aserrado
Fruto redondo de color verde carnoso, y con semilla tipo almendra
Distribución geográfica:
Especie originaria de las cordilleras colombianas, actualmente se encuentra en el norte de suramérica.
Usos y particularidades:
Su madera es muy apreciada en ebanistería. La bebida del cocimiento de las hojas es un depurativo de la sangre y sirve para tratar afecciones del hígado. El fruto es consumido por fauna silvestre. Actualmente es sembrado en la ciudad de Bogotá como una de las especies seleccionadas para arborizar la capital, encontrándose muy bien adaptado en la calle 72, en la carrera 24, en la calle 170
Un regalo de Quito para Bogotá que llega volando
El Jardín Botánico José Celestino Mutis, la joya verde de Bogotá, presenta la exposición ‘Quito Jardín de Quindes’, que incluye 65 esculturas de colibríes o quindes (nombre original en el idioma indígena quechua), que estarán haciéndole compañía, durante dos meses, a partir del 19 de noviembre de 2012 y hasta el 19 de enero de 2013, a las rosas de distintos colores, árboles, plantas foráneas y a los visitantes del jardín. El objetivo de esta obra es acercar a la comunidad al conocimiento y apropiación del patrimonio natural, como un elemento fundamental de identidad colectiva y un recurso de gran potencial para el desarrollo turístico. La exposición es una muestra de las 130 especies de quindes que existen en el Ecuador, de las cuales 54 se encuentran en la ciudad de Quito. Las esculturas fueron realizadas por el artista ecuatoriano Nixon Córdova. Están trabajadas en resina sintética, con un acabado similar al mármol blanco y fueron intervenidas por artistas, pintores, escultores, arquitectos y graffiteros, quienes se encargaron de darle vida a través del color y distintos significados a las esculturas.
El Circuito de Invernaderos o Tropicario
de 1968, obedeciendo a estándares de construcción especiales que simulan ambientes naturales que representan la flora colombiana de clima cálido y templado. Está conformado por 6 salas conectadas por corredores de transición que incluyen: colección de orquídeas y bromelias; flora ornamental; botánica económica; ambiente húmedo tropical; selva amazónica y ambiente xerofítico.
El Bosque de Niebla recrea un El bosque
andino en un área de 3.127 m2, con pequeñas pendientes. La diversidad aquí
representada se distribuye ampliamente entre diferentes tipos de árboles,
arbustos y trepadoras, creando un ambiente semicerrado que facilita la adaptación de las
plantas según sus requerimientos. Se considera una de la zonas más misteriosas
y mágicas del Jardín y es ideal para observar aves en horas de la mañana y al
finalizar la tarde.
Herbal de plantas medicinales
El Herbal exhibe unas 100 especies de
plantas entre medicinales, aromáticas y de condimento. Deléitate con sus aromas
y conoce las plantas que son utilizadas por la medicina natural para calmar
fiebres, como laxantes, diuréticos, purgantes, antigripales, analgésicos,
refrescantes, tónicos, estimulantes de la circulación sanguínea, abortivos,
antibióticos, vermífugos, alucinógenos, antiparasitarios, entre otros usos. El
conocimiento y aprovechamiento de las plantas aromáticas y medicinales hace
parte del acervo cultural de los pueblos, representado en los usos y prácticas
de los campesinos, indígenas, médicos, chamanes y curacas.
Jardín de plantas exóticas
En la Colección de Plantas Exóticas se
exhiben plantas de porte herbáceo de uso ornamental común en los jardines de la
ciudad y ante jardines privados.
Jardín de las Gimnospermas
el Sistemático de Gimnospermas donde puedes
encontrar el Ginkgo Biloba,
considerado fósil viviente por conservar caracteres arcaicos de las remotas
épocas en que abundaron en los bosques del carbonífero. Se reconocen sus
propiedades medicinales como vasodilatador y por sus efectos sobre el sistema
circulatorio. Es originario del extremo Oriente (China, Japón).
Bosque de robles
Es una maravillosa réplica de robledal con abundante hojarasca en el suelo.
Magnolio
un genero con alrededor de 120 especies de plantas de la familia de las magnoliaceas. Se localizan principalmente en el este de Estados Unidos, mexico, Centroamérica, sudeste de Asia y Sudamérica.